top of page

Marley y el Caribe mexicano

Hugo Cabrera/Subterráneos

El calypso, el reggae, la punta son géneros que se escuchan comúnmente cuando uno viaja en transporte o deambula por las calles de Belize City


Chetumal, Quintana Roo; 4 de febrero 2024. El próximo 6 de febrero se estrenará en Chetumal, Quintana Roo, México, la película: One love, que documenta la vida de Bob Marley. Además se repondrá la estatua del músico jamaicano fallecido un 11 de mayo de 1981. La importancia de Marley en el Caribe mexicano, mucho tiene que ver con la cultura rastafari y la cultura de la negritud compartida con países de Centroamérica y el Caribe.  


Un viaje por la frontera con Belize   


El play list del chofer cambia abruptamente, Lucerito sonaba en el autoestereo y después le seguiría Bob Marley. La mayoría de la población es de raza negra en Belize. El calypso, el reggae, la punta son géneros que se escuchan comúnmente cuando uno viaja en transporte o deambula por la calle. Son los bares y el transporte donde se aprecia la música de forma colectiva. Aquí el comienzo de una percepción sobre la negritud en el año 2024, y en un país independizado de Inglaterra en 1981.



Carretera y selva 


La selección musical del chofer amenizará el viaje desde la frontera en Chetumal, hasta Belize City. Acompañan al conductor, un asistente (chalán decimos en México, que a su vez, lo acompaña una chica. Pareciera una alineación tradicional para quien se dedica al transporte público en latinoamérica). Una sola pantalla frontal en el bus permite ver videos musicales que acompañan la música. En la pantalla chicas exuberantes bailan, mueven las caderas, visten shorts ajustados, tops de colores brillantes, uñas pintadas de diferente forma cada una, lentejuelas. Los hombres que aparecen en el video, lucen cadenas de oro, fuman marihuana sin restricción alguna. Autos, dinero, cadenas de oro y de fondo calles que voy descubriendo en el viaje como típicas, andadores de tierra, callejones pequeños, con cercas de lámina o madera. Hay lapsos de carretera de más de una hora, sin poblado alguno, selva de un lado y selva del otro. El autobús parece de transporte escolar gringo y los pasajeros son mujeres en su mayoría, hablantes en inglés, son las 2 de la tarde de un domingo.



Domingo en el Caribe


Los planes parecen perfectos cuando se hacen desde una lógica propia. No contaba con que los museos, restaurantes y otros servicios no funcionaban en domingo en Belize City.  Un desayuno de Fry Jack es suficiente (especie de empanada de harina, con porción de huevo y frijoles), acompañado de una agua de guineo, todo por unos 10 dólares beliceños. Queda caminar por la ciudad y toparme con algunos carteles de eventos musicales. Hay momentos en los que realmente siento  peligro. Las casas son de corte colonial inglés, tapanco, madera, tejado y colores, muchos colores. En las calles cercanas a la central de autobús predominan los indigentes, o la gente notablemente drogada. Ofrecen cocaína, marihuana y mujeres, mientras transitamos. Los bares y puestos de comida abundan. Es una ciudad con mayoría de población negra, aunque la diversidad racial se deja ver: hindúes, árabes, mayas, criollos, y el turismo europeo y norteamericano que tiene muy claro no salir de las estaciones de autobuses y ferrys. Somos poc@s los que nos aventuramos a explorar la ciudad que ofrece precariedad en abundancia.



Antes era otra cosa


Caminar es la mejor manera de explorar y percibir formas de vida. Hay un camino que va junto al mar, un malecón. Decidimos seguir esa ruta en espera de algo diferente y sucede al atardecer. Hay un parque con familias, niñas y niños que juegan en columpios. Al parecer somos los únicos mestizos en ese sitio. Los puestos de comida se distribuyen en el parque. Hay salbutes, panades, hamburguesas, pollo caribeño. En un pequeño local vemos el box, mientras la luna llena hace su espectáculo, teniendo el mar de escenario. Es evidente el ser extranjero, un señor deduce que soy mexicano y me cuenta sus recuerdos. “En los años ochenta el auge de la zona libre en Corozal nos enlazaba más con México. Existían los festivales del Caribe, se realizan en Chetumal, pero parte del elenco era Beliceño. También los fines de semana había fiestas en Corozal y los mexicanos venían el fin de semana a pasar las fiestas con nosotros. Teníamos en las escuelas sistema bilingüe inglés, y había mexicanos que inscribían a sus hijos en escuelas beliceñas. Aquí en las fiestas se escucha calypso y se baila punta. “Ya sin la zona libre como punto para el contrabando, pues el turismo es lo que nos deja economía. Mucha gente viaja a San Pedro, los norteamericanos, árabes y europeos son los que más vienen. Los mexicanos casi no andan ya por aquí. Una cosa si te digo, se podrá escuchar de todo, pero al final, Bob Marley es nuestra voz y lo que nos une a todos los que somos caribeños”.



bottom of page