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K'comixtles y El Haragán en Foro Puebla

  • Foto del escritor: Subterráneos
    Subterráneos
  • hace 4 días
  • 2 Min. de lectura

Beto Vergara / Subterráneos


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Una noche de rockabilly y raíces

Puebla, Puebla; 7 de agosto de 2025. Comienza la noche del 2 agosto en el Foro Puebla con guitarra y saxofón. Luis Álvarez, El Haragán, se plantó frente al público con la voz curtida de años y la poesía cruda de la calle acompañado de saxofón. Las rolas, las de siempre, las que hablan de la realidad, de su realidad, encontraron eco inmediato. El público las coreó como si fueran propias, porque también lo son.


Al terminar su presentación, el Foro Puebla pedía más y El Haragán en forma de promesa y spoiler soltó un adelanto, Rubén lo había invitado a un palomazo más tarde. La noche apenas comenzaba.


Se hacen del escenario los K’comixtles. Una banda nueva, pero con historia en cada instrumento. Los músicos aparecieron en escena como sacados de una postal de los años setenta: peinados rockabilly, trajes ajustados y actitud de la vieja escuela. No son imitadores, son sobrevivientes.


En la guitarra principal, Rafael Miranda (Los Sleepers), quien celebró recientemente sus primeras ochenta primaveras con más energía y Rock que muchos de veinte. En la guitarra rítmica, Arturo Choco, conocido por su trabajo en La Cizaña. Al contrabajo, el imponente Gato Rockabilly (de Los Gatos Rockabilly), marcando el ritmo como si fuera un latido. En la batería, preciso y sin alardes un kcomixtle enmascarado. Y al frente, con su carisma acostumbrado, Rubén Albarrán de Café Tacvba.


La banda no vino a impresionar: vino a tocar. Y eso se sintió. Cada canción era un viaje al pasado sin tanta nostalgia. Más bien, una especie de celebración de lo que sigue vivo: el ritmo, la actitud, la complicidad.


Y como lo prometido es deuda, casi al final del concierto, Rubén llamó de nuevo al escenario a El Haragán. La audiencia rugió. El palomazo fue puro gozo: un par de rolas al estilo de los K’comixtles, con el toque inconfundible del viejo lobo de la ciudad. Fue una coda perfecta, una mezcla rara pero precisa. 


Así terminó la noche: con guitarras sonando, memorias renovadas y la certeza de que la música sigue siendo un puente entre generaciones, estilos y trayectorias. K’comixtles y El Haragán dejaron claro que aún hay muchas historias por cantar.


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