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Caminata Comcaac parte I

Hugo Cabrera/Subterráneos


28 de marzo 2021, Socaaix, Sonora, México. La caminata por la unidad de la Nación Comcaac comenzó a las 4 horas del sábado 27 en la cancha de futbol de Punta Chueca, Sonora. Al mismo tiempo, otro contingente partió del otro asentamiento Comcaac, en Desemboque, a unos 80 kilómetros de distancia. El objetivo, encontrarse en un punto intermedio, “Bahía Dos Amigos”, a unos 37 kilómetros de distancia de Punta Chueca. Al iniciar, hubo palabras de los gobernadores, se mostró el bastón de mando, y también hubo discurso de Rubén Albarrán y Roco Pachucote, iconos de la música alternativa en México, todos llamando a la unidad del pueblo Comcaac.


La problemática al interior del pueblo Comcaac es diversa, desde hace siglos fueron perseguidos, sometidos y casi exterminados, lo que ha dejado desconfianza y rencor hacia los extranjeros. Su organización natural los llevó a ser semi nómadas, persiguiendo la pesca de diferentes especies a lo largo de su territorio, frente a la Isla Tiburón y en el llamado canal del Infiernillo. Actualmente hay dos gobernadores, el tradicional y el ligado a las autoridades del gobierno mexicano, lo que confunde y divide energías. El consumo de drogas como el cristal, violencia familiar, suicidio infantil y pobreza son otros factores.


Apenas un siglo desde que abandonaron la Isla Tiburón para asentarse en tierra, y medio siglo desde que el concepto del dinero se establece en la comunidad. Pese a las diferencias, hay problemas comunes que es prioritario resolver: agua potable, control de basura, suministro eléctrico y educación superior. El pueblo Comcaac ha reflexionado en asambleas comunitarias y sabe que hay que resolver problemas, unos les corresponden y otros, requieren ayuda y compromiso del gobierno de México, que les ha prometido y no cumplido, por ello invitan a un diálogo y ponen como fecha límite el 12 de abril para obtener respuesta.


Caminata


La caminata es dirigida por el gobernador tradicional y las mujeres Comcaac, le siguen pobladores y los amigos de la comunidad que participan en diversos proyectos, hay cineastas, músicos, antropólogos, gestores culturales, científicas, quienes forman una caravana que se va extendiendo a lo largo del camino. La isla Tiburón, el mar, el desierto, el territorio Comcaac está identificado por los abuelos, cada montaña, cada sendero, los sitios de pesca, los animales, las plantas, cosas conocidas por los sabios del lugar. Algunos jóvenes intercambian esos conocimientos mientras el amanecer sucede. “Las serpientes brillan en el camino, basta meterse un poco para verlas. Adentro, cerca de esas montañas hay venados. Aquí eres jaibero o pescador. Esa planta sirve para la piel, y esas algas para depurar”, la caminata se convierte en una clase respecto al territorio.


Pasar las horas en el desierto no es cosa sencilla, el sol comienza sus estragos en medida que su poder va tomando el cielo. La distancia se convierte en una obsesión y es relativo el avanzar. Apenas van 15 kilómetros y según las cuentas, se avanza 5 kilómetros por hora. A los 20 kilómetros la mitad es nada y lo que resta parece algo imposible. “Las rodillas hacen ruidos extraños. Las plantas de los pies parecen descansar en hojas de afeitar. Los malos hábitos de postura al caminar, se expresan en la cintura, la espalda. Todo pesa, el morral, el pantalón, hasta la camiseta que se lleva puesta”, las descripciones del sufrimiento son diversas para los caminantes poco experimentados en el desierto.


El destino es lejano, no solo lo parece. Autos abastecen con agua, comida, fruta y palabras de aliento. Familias avanzan también en carros hacia el punto de encuentro, y es que se trata de una celebración, una fiesta y motivo para desplazarse con niños, padres, madres, abuelos. Quienes decidimos caminar, quizá estemos emulando esta práctica ancestral, que tenía al menos 50 años de no realizarse, pero que ha quedado el propósito de hacerla ya cada año.


El sol es el amo y señor del desierto al medio día, la arena cala, los últimos metros y el destino final que se ve en el horizonte. Las mujeres tomaron distancia y con fortaleza impresionante, van al frente de la caravana, sí, como al principio. La gloria para los que con sangre y sudor completan la caminata, el reto y la ilusión para quienes se creían capaces. El contingente se compacta, se espera a los atrasados y los autos recogen a los rezagados, hay que entrar juntos. La otra caravana, proveniente de Desemboque, hace lo mismo para coincidir en el valle, frente a la bahía, en ese paisaje que parece extraído de película de ciencia ficción, entre cactus, matorrales y la silueta de una montaña de piel blanca con tintes de verde.


Los últimos metros del camino se acompañan de cantos Comcaac, son dos locomotoras de gente poderosa que se van viendo de frente y al caminar van acortando la distancia. Atrás queda la madrugada, las pláticas, los nuevos amigos, el compartir la comida, los sueños. Al frente hay otro cúmulo de historias, hombres, mujeres, niños. Los dos contingentes con el gobernador al frente, el bastón de mando, la vestimenta tradicional, de colores verde, azul, rojo. El encuentro es inminente y sucede, lo planeado sucede, y al verse las dos tribus, que en realidad es una sola, se abrazan y todo se convierten un rito de amistad, fraternidad y abrazos constantes.


La fiesta ocurre en la playa frente al mar, gente que se conoce, pan seri, caldo de caguama, pollo frito, frijoles, arroz, ensalada, burritos, agua. Los adornos Comcaac con las cintas de colores en la punta de varas. La música se prepara, se alista, hay una planta de luz y un sistema de sonido, pero ese es un tema muy especial…(continuará).





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