Rodrigo Farías Bárcenas / Colaborador Subterráneos
Ciudad de México, 14 de septiembre de 2022. Carlos González Rodríguez, guitarrista y último sobreviviente de los tres hermanos que fundaron Enigma!, falleció a los 77 años el 27 de agosto de 2022. Su deceso conduce a revalorar al grupo capitalino, pieza fundamental en la historia del rock por varias razones. Por haber aportado desde México a la evolución de esta música, un acervo musical original y de extraordinaria calidad, que trata la vida de la gente joven desde una óptica urbana y existencial. Por haber contribuido a preservar dicho acervo mediante la producción discográfica independiente, en una época difícil debido a restricciones políticas, como lo fue el paso de la década de los años setenta a los ochenta. Y por su concepto de imagen, reflejo del interés de la contracultura por la astrología, representado por “Under the Sign of Aquarius”, punta de lanza de su promoción en la radio. La visión de Enigma! se sintetiza en una combinación de energía musical y consciencia social.
Sin embargo, en vista de la relevancia bien ganada por el grupo, resulta ostensible, y lamentable, la ausencia de cobertura periodística respecto al fallecimiento de Carlos. No es la primera vez que ocurren esta clase de omisiones cuando pasan a mejor vida exponentes de la escena roquera nacional. Y tampoco será la última. Por eso escribí este artículo, para estimular la reflexión acerca de lo mucho que aún hay por hacer para bien documentar la historia del rock mexicano, particularmente en lo que respecta a la relación entre generaciones y la transmisión de los legados musicales, temas que son recurrentes en mi trabajo periodístico.
El primer concierto de Enigma! tuvo lugar el 8 de mayo de 1971 en la Universidad Iberoamericana, siendo los fundadores de la banda los hermanos Pablo (voz y requinto), Sergio (bajo) y Carlos González Rodríguez (guitarra), junto con Héctor Zenil Zavala (batería). Unos días antes de que se cumpliera el vigésimo aniversario de esa presentación, tuve una plática con Pablo en la que convinimos recordarla, llevando a cabo una entrevista en las instalaciones de Estéreo Joven, espacio radiofónico que el Instituto Mexicano de la Radio (IMER) dedicaba al rock mexicano, en el que yo producía el programa Fuera de contexto. Para mí era indispensable entrevistarlo porque tenía una incisiva visión del rock como industria y cultura, además era crítico del boom llamado Rock en tu idioma, posturas de claro interés periodístico. A decir verdad, los cuatro integrantes de Enigma! eran igual de lúcidos.
Durante la conversación que tuvimos, transmitida el 10 de mayo de 1991, y en la cual también participó Carlos, abordamos varios temas, pero los que sirvieron como guía de la misma fueron la evolución musical de Enigma! y la relación habida entre las distintas generaciones de músicos de rock, que yo propuse porque había observado que los roqueros emergentes ─como se les dice ahora─ se estaban dando a conocer como si no hubieran tenido antecedente alguno, negando en los hechos la historia de su propia música.
Enigma! era uno de los pocos grupos de los años setenta que aún estaban activos en los noventa. Tenía en su haber varios elepés y empezaba a ser ubicado como pionero del heavy metal en México, pero en una entrevista previa, Pablo ya me había comentado que no estaba de acuerdo con eso, porque su música venía del subgénero conocido como hard rock, con una carga fuerte de blues, más en la línea de Cream, Deep Purple, Led Zeppelin o Johnny Winter And, que de los metaleros Scorpions o Iron Maiden. Por otro lado, lo cierto es que fueron algunos grupos de heavy metal ─Transmetal, Leprosy, Arturo Huízar con Gus Santana─ los que a la postre reivindicaron el valor histórico de la música de Enigma!, en especial el de una de sus piezas más representativas: “The Call of the Woman”, en cuya pesadez ─la del riff de guitarra en particular─ se advierte la influencia de Black Sabbath.
Para que nos formemos una idea más certera acerca de la música de Enigma!, traigo a colación la manera en que Carlos se refirió a la evolución de la misma en aquella entrevista radiofónica: “Nuestra propuesta original se ha perfeccionado con el paso del tiempo. Creo que cuando se escuchan pieza tras pieza nuestras primeras creaciones, lo que hicimos a principios de los setenta, encontramos una constante que seguimos en los ochenta y es la que viene con esta última década del siglo, década finisecular: es la confirmación, inclusive la necesidad, de hacer cada vez más duro, conciso y preciso nuestro sonido”.
Recordemos que Enigma! se formó en 1971, un año significativo porque fue entonces cuando el rock mexicano experimentó un auge que no volvió a repetirse. Aquella generación de grupos, según comentó Pablo, dejó un importante legado a las posteriores generaciones de músicos de rock: “La calidad musical de los grupos a principios de los setenta era muy fuerte. Muchos podrán afirmar que había una gran similitud con los grupos del extranjero, pero todos empezamos copiando a alguien. A pesar de la influencia, que la había en un cincuenta por ciento, también había originalidad, el otro cincuenta por ciento”.
Para el cantante de Enigma!, la prueba de su comentario es que “el rock de esos tiempos es muy respetado en la actualidad por gente que quiere enterarse de alguna forma de lo que podemos llamar realmente rock mexicano, porque fue entonces cuando comenzó en México el rock original, aunque se cantara en inglés por razones comerciales. Cuando llegó la música disco se perdió mucho de todo ese impulso, y además se paró el movimiento musical a raíz del Festival de Avándaro. Eso no impidió que algunos grupos siguieran trabajando. Claro, la idea global desapareció y en los años ochenta se volvió a empezar”.
Ese “volver a empezar”, coincidieron en opinar Pablo y Carlos, había sido un impedimento para que madurara el rock mexicano. Las experiencias de nuevo cuño estaban ignorando las aportaciones anteriores. “Eso quiere decir ─vaticinaron ambos─ que en los noventa volveremos a empezar”. Aseveración que resultó profética.
Comentaron que lo anterior no ha sucedido con los grupos de Inglaterra o Estados Unidos que han acudido a las fuentes originales para generar una retroalimentación dentro del propio rock. Circunstancia bien comprendida por las bandas que empezaban a sobresalir a principios de los años noventa, como Tesla, Gun N’ Roses o Black Crows, que se refrescaron en la música de Rolling Stones o Led Zeppelin, por ejemplo.
Por increíble que parezca, esos planteamientos aún suenan vigentes, a más de 30 años de haber sido difundidos. Los he traído aquí en recuerdo de los hermanos Pablo Cáncer (1948-2013), Sergio Acuario (1950-2017) y Carlos Escorpión (1945-2022).
En 1991, cuando Enigma! celebraba 20 años de existencia, su música maciza representaba la contraparte de la tendencia pop, insulsa y blandengue que dominaba el rock mexicano; pero tocó a Guillotina, bajo la tutela del productor Jack Endino, abrir nuevas posibilidades para el hard rock a partir de 1994, año en que publicó su primer disco.
Tal era una opción que Carlos González Rodríguez ya había vislumbrado en aquella entrevista que tuvimos en Estéreo Joven: “Es importantísimo para los músicos actuales que rescaten las propuestas de los setenta, si es que quieren entender lo que pueden hacer en esta década de los noventa. Es muy importante que eso también se entienda en México, ayudaría al rock a que tome esa forma que nosotros queremos que tome: más fuerte, más consciente.”
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