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Castalia Blues y la viva trasmisión del fuego

Rodrigo Farías Bárcenas / Colaborador Subterráneos


Ciudad de México a 15 de octubre de 2022. Castalia Blues, o simplemente Castalia, me parece un grupo que ejemplifica a la perfección las vicisitudes asociadas a la tarea de crear blues en México. Entre los inconvenientes que podría mencionar, destaco el dogmatismo como sobresaliente. Es el obstáculo que enfrenta quien hace a un lado los clichés musicales que durante años han sido un lastre para los grupos bluseros de México. Castalia se atrevió a enfrentarlo y lo venció. Su recompensa es una palpable libertad para crear. Hace honor a su nombre, proveniente de la mitología griega, en referencia a una fuente de inspiración.


Identifico ese dogmatismo con la idea de que en México los intérpretes de blues, para que sean considerados como tales, deben sonar según los cánones del blues eléctrico de Chicago, cualesquiera que sean, como se hacía en los años cuarenta y cincuenta del siglo XX. La Real Academia del Blues, entendida como una metáfora de esa dogmática cerrazón, califica, determina con juicios lapidarios y demoledores, aquello que es blues o no; aquello que es representativo o no.


Castalia es un grupo zacatecano, formado en 1989 ─ la experiencia de sus fundadores viene de más atrás─, ahora radicado en Teyahualco, Tultepec, Estado de México. En un principio su área de trabajo abarcaba el occidente (Jalisco) y centro-norte del país (Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí), la cual luego se extendió hacia el centro y hacia otras regiones, por su participación en festivales. Ha desarrollado una constante labor en favor de su comunidad, igual en el barrio que entre sus colegas, fomentando la unidad, tocando de manera regular y produciendo grabaciones, esfuerzos gracias a los cuales se ha ubicado como una de las bandas que más empeño han puesto en promover el blues en México.


Su enfoque se afianza en la tradición, sin atarse a ella. Es un blues contemporáneo porque aprehende (atiende, estudia) la transformación que ha tenido el género a partir de los años sesenta, siguiendo la pista de los intérpretes ingleses y estadounidenses que contribuyeron a forjar el blues rock, pero también la de los músicos que han hecho lo propio en Argentina (Pappo´s Blues) y México (Javier Bátiz, Hangar Ambulante, Three Souls in my Mind, Real de Catorce).


Luis Antonio Valenzuela, productor, guitarrista, armoniquista y cantante, también es el compositor. Suele hacerlo en español, ha dicho, porque estamos en México. Suena a verdad de Perogrullo, pero hay músicos que no captan la obviedad. Comprende temas como: el blues como destino, situaciones existenciales de personajes que están al filo de la navaja, quebradizas relaciones humanas / de pareja, o cuestiones sociales acuciantes; además de la exaltación de un blues a la mexicana como el suyo, de aire campirano, producto del intercambio cultural que genera la migración de zacatecanos hacia Estados Unidos (Texas, Los Ángeles, Chicago).


El sombrero ranchero que distingue el logo de Castalia, bien simboliza esa exaltación, honrando la memoria familiar, con su musical árbol genealógico, su tierra natal ─Jalpa, o Santiago de Xalpa, un pueblo localizado al sur del estado de Zacatecas─ y la música popular que dominaba el ambiente familiar, y que a la postre el grupo aprovechó como nutriente, como la norteña, el huapango, la canción ranchera o el bolero.


Musicalmente hablando, abundan las cualidades citables, pero me limito a señalar que los músicos zacatecanos se toman el tiempo necesario para dejar que las canciones den de sí al máximo, en estructura, elaboración, ejecución, desarrollo y fluidez; con el emotivo manejo del slide, y dos dinámicas y distintivas guitarras ejecutadas al unísono ─a la manera de los Allman Brothers o Wishbone Ash─ por los hermanos Luis Antonio y Alfredo Valenzuela.


Debido a que Castalia venció el obstáculo del dogmatismo que menciono al principio, logró un acervo musical auténtico que enriquece el lenguaje del blues, recibiendo su herencia y difundiéndola. Decía el compositor austriaco Gustav Mahler que la tradición no consiste en adorar las cenizas, sino en transmitir el fuego. Eso es lo que han hecho los de Castalia: no se han conformado con adorar las cenizas, sino que han puesto todo su empeño en mantener vivo el fuego y en trasmitirlo. De las llamas de Robert Johnson a las de Alexis Korner; de las de Willie Dixon a las de Stevie Ray Vaughan; de las de Chuck Berry a las de Gary Moore. Todos ellos ya fallecidos, pero aún ardientes.


Lamentablemente, Luis Antonio Valenzuela Gutiérrez, cofundador de Castalia, falleció el 12 de octubre de 2022. Que su fuego perdure para siempre.




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