Rodrigo Farías Bárcenas / Colaborador Subterráneos
Ciudad de México a 4 de marzo de 2023. He vivido la época de pandemia sintiéndome en riesgo constante. Y en medio de esta vulnerabilidad hay un aspecto de mi vida del que quiero dar fe: la consciencia que tengo de mí mismo y del entorno es distinta a la que tenía antes de la crisis de salud. La diferencia consiste en que mi estado de alerta ahora es considerablemente mayor.
¿Pero qué quiere decir estar alerta? No es sinónimo de sentir miedo, como si yo fuera un cervatillo que huye a toda prisa al oír cualquier ruido del bosque, sintiéndose amenazado. No, no, no… El estado de alerta es algo diferente. Tiene que ver con una disposición más abierta al mundo, con el ser más capaz de procesar, de elaborar, los acontecimientos con agudeza y prestancia, para contribuir a transformar la crisis humanitaria en un progresivo cambio de consciencia.
En esa circunstancia, encontré en la escritura uno de mis asideros espirituales. A ella me atengo para elaborar mis percepciones y mantener a raya la incertidumbre y su aliada, la ansiedad, tanto como una posible depresión. Por el contrario, estar alerta es vivir con más intensidad, más consciente de lo que pasa dentro y fuera de mí. La escritura es para discernir, poner atención en lo prioritario, hacer inteligible lo vivido. Idealmente es para tener consciencia de mi consciencia, como si fuera un testigo que observa su propio proceso de cuidado en el transcurso de la pandemia, práctica que puede ser acrecentada con alguna clase de meditación.
He dicho “elaborar” un par de veces … Nunca pensé que este verbo llegaría a ser tan importante, al grado de considerarlo parte de una estrategia vital. Un pastel se elabora. Un plato de barro se elabora. Un proyecto se elabora. Así como también se elabora la información que percibimos tanto de nuestro interior como del exterior a nosotros: de lo que pasa en mi cuerpo y de lo que pasa en mi entorno, en mutua relación. La elaboración es un proceso psicológico ─que abarca el pensamiento y las emociones─ mediante el cual nuestras experiencias adquieren sentido y se vuelven comunicables. Si bien es subjetiva, su implicación es social.
Un resultado de ese trabajo fue el darme cuenta de que podía y quería contribuir, en la medida de mis posibilidades, a elaborar en forma compartida la compleja situación que supone la pandemia. Así que decidí hacerlo y me puse a escribir, todos los días temprano en la mañana. El presente texto lo concebí luego de hacerme la pregunta: ¿de qué recursos psicológicos dispongo para enfrentar situaciones de desastre? Es un ejemplo de los que he escrito desde 2020, igual pequeñas notas que ensayos de largo alcance en los que puedo aventurarme con un lenguaje flexible y libertad ilimitada.
La elaboración conduce a formas de comunicación y relación en las que hay de por medio apoyo mutuo. Toda acción colectiva, todo aquello a lo que llamamos sinergia, colaboración y similares, requiere una elaboración conjunta. Éste es un fenómeno inherente a la comunicación social. He procurado impulsar esta forma de elaboración en la familia, con mis amigos, con mis vecinos de la colonia Nativitas en la Ciudad de México, con mis compañeros de trabajo, con mis viñetas para subir al feis, y en general con quienes me rodean. La conversación suele ser un medio propicio para la elaboración compartida, incluso cuando se da entre gente desconocida entre sí, por eso deberíamos valorarla más como fuente de conocimiento.
En cierto modo ya me he comportado como un promotor, actor o agente comunitario cuya intención es generar conversación, interlocución, diálogo. Independientemente del nombre que venga al caso para este tipo de incidencia, cumplo con una misión: contribuir al entendimiento de lo que significa la pandemia, y en cómo llevar a cabo acciones preventivas. Prevenir es una de las acciones que se desprenden del estar alerta.
Mi visión, aunque aún no del todo definida, está enfocada en la atención de las secuelas. Por ejemplo, el procesamiento (elaboración) del duelo hasta la fecha ha sido dificultoso para mucha gente que me rodea. He escuchado testimonios desgarradores y esclarecedores al respecto. Es urgente contar con formas de comunicación más orientadas a comprender lo que hemos estado pasando, y con más capacidad de resolución, de manera que elaborar conduzca a tomar decisiones acertadas. Elaborar no es igual a clavarse, es poner manos a la obra.
Esa labor ha de orientarse con una estrategia que fortalezca la capacidad de respuesta comunitaria, empezando por la promoción del entendimiento de las cuestiones básicas, como qué es una pandemia, cuáles son sus riesgos, la importancia del cuidado de uno mismo y el de otras personas, identificación y auxilio de los seres más vulnerables, la defensa de nuestros derechos ─laborales, a una información verídica, a la salud, a la vida─ y otras formas de participación que en primera instancia estimulan un papel activo en la prevención, pero cuya finalidad última es llevarnos a una mejor calidad de vida, en general. Las políticas de salud deben poner más atención en el cuidado de la salud mental, incluyendo la capacitación en primeros auxilios psicológicos de brigadas que impulsen la participación social al respecto.
Tengo muy presente el 11 de marzo de 2020, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) determinó que se había desatado una pandemia provocada por una forma de coronavirus. Era obvio que se avecinaba un desastre de gran magnitud. Mi estado de alerta se incrementó cuando comprendí que dicha situación representaba una crisis humanitaria que llevaría a una nueva época.
Así inició mi trabajo psicológico de elaboración, apuntalado por la escritura, y fue cuando comenzó a operar en mí un relevo de consciencia. Un cambio de época implica cambios en la consciencia que tengo de mí mismo y del entorno, ambos eventos son indisociables. Indicios de esa evolución se manifiestan en que la base ética de la existencia emerge con mayor relevancia, mientras que la solidaridad y la sensibilidad al dolor ajeno se vuelven prácticas indispensables, con el cuidado de la vida como el valor supremo.
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